No deja de ser paradójico que el buque dedicado al estudio del calentamiento global, ocupado por científicos y turistas, imagino que aficionados a un tema que despierta el compromiso solidario del progresismo militante, haya quedado atrapado en el hielo. Bien mirado, podría tomarse con humor, dentro del profundo respeto que merecen la vida y el bienestar de sus ocupantes.
La tierra es vieja y nosotros llevamos excesivamente poco tiempo en ella para conocerla del todo; sabemos actualmente que existieron ciclos climáticos periódicos, que determinadas actividades solares influyen en la temperatura del globo, y un montón de cosas más. Desde luego que el respeto a la capa de ozono, y la limitación de las industrias contaminantes es básica, siendo los miles de millones de humanos que habitamos el planeta y constituyendo éste nuestro propio hogar, pero el alarmismo tiene más de fanático que de científico, no faltando quienes hacen del ecologismo una religión más radical que la fe profesada por algunos islamistas radicales, y eso no es bueno. Tomemos con humor el leve accidente del buque en cuestión y deseemos un feliz regreso a sus pasajeros y una larga vida con nosotros incluidos, a este viejo planeta tan acogedor y hermoso.
Las dos caras de la verdad 
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