Fue un buque utilizado en el salvamento de marineros durante la Segunda Guerra Mundial, y llevaba diez años en la Reserva de la Flota, desde donde fue remolcado para hundirse en las costas de Caimán y crear un arrecife artificial. La escasa profundidad a la que se encuentra el pecio, lo hace accesible para quien bucee a pulmón. Una atracción turística más en un entorno natural incomparable; valgan las imágenes para sonreir viendo donde querría uno estar, y no está; donde querríamos estar todos, en vez de leyendo este texto con los dientes largos.
Las dos caras de la verdad 
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