La señora Hormigos, concejal socialista de un pequeño pueblo, ha presentado su dimisión por difundirse, sin que se conozca bien el motivo, un vídeo erótico a través de la red. A la vista de las imágenes, y a diferencia de lo que sucede con su correligionaria política, la Sra. Causapié, Dª Olvido es una dama muy atractiva. Además ha demostrado entereza al poner su cargo a disposición del partido, simplemente porque se difundió parte de su vida privada, de su intimidad, por esos avatares de la tecnología moderna. Pero ni aún aplicando el más rancio de los atavismos estadounidenses, donde se escandalizan por las infidelidades mientras suman a la más potente industria de la pornografía el número más elevado de prostitutas, debería dimitir la concejala socialista. Me duele, además me duele de verdad, tener que estar de acuerdo con la Sra. Valenciano, que une a su sectarismo proverbial, cierto grado de prepotencia no exento de mala educación, pero Dª Elena acierta al pedir a su compañera que no dimita. Y haría bien en seguir en su puesto. Y decirlo públicamente: Defiendo mis ideas, soy concejala, soy guapa y soy sexualmente activa. Algún carpetovetónico adversario político iba a pasar algo más que envidia, y me alegro por ello.
Las dos caras de la verdad 
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