No he visto manifestaciones contra la resolución judicial para el Sr. Chaves, absuelto de dilapidar diez millones de euros estampando su firma para financiar con diez millones de euros procedentes del erario público, a una empresa de la que su hija era apoderada. Sin embargo, he visto como se propusieron movilizaciones porque un jurado encontró inocentes a Camps y Costa de las acusaciones vertidas por el partido de la oposición. Ahora, el progresismo militante se manifiesta contra la sentencia que condena a D. Baltasar, el del millón y medio de dólares por sus conferencias americanas, más el sobresueldo de Magistrado en la Audiencia Nacional, que tampoco es moco de pavo. Los solidarios pertenecientes al mundo de la cultura y comprometidos con la causa, la que sea, empiezan a resultar algo totalitarios, porque demuestran un escaso respeto por las resoluciones judiciales contrarias a sus creencias o a sus ideas, y como muestra, no un botón, sino tres, porque nadie levantó la voz al declararse la inocencia de D. Manuel que lleva gobernando Andalucía como un cortijo hace más de un cuarto de siglo. Garzón fue condenado por las escuchas ilegales, no por perseguir a los corruptos y delincuentes de la trama Gürtel, que deben terminar con sus huesos en la cárcel; nadie defiende a los ladrones, a los arribistas ni a quienes se saltan la ley a la torera, pero hasta los asesinos tienen el derecho a una defensa y al secreto con su abogado; violarlo desde la magistratura convierte al juzgador en fiscal o acusador, y eso sí quita la venda de los ojos a la justicia con mayúsculas.
Las dos caras de la verdad 
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