Dicen que se trata de la moneda ecológica; uno no entiende demasiado bien la relación posible entre la naturaleza y el dinero, como no sea que utilicen papel reciclado en la fabricación de los billetes, algo que verdaderamente, me sorprendería. Una moneda vasca, así, sin más. Una moneda para una comunidad autónoma, pequeña, en el norte de España, porque la parte francesa tiene otro espíritu y diferente ministro del interior. Un mundo globalizado con tendencia a dos monedas de valor universal: El euro y el dólar, se enriquecerá ahora gracias a la inestimable aportación de una nueva divisa, si duda con importante proyección internacional, como no puede ser de otra manera. Buscar la distinción en la excelencia no es malo, porque impulsa la superación y premia el trabajo y el esfuerzo; pretender ser mejores por los pequeños detalles, obviando los principios anteriores, es un paso más en la demagogia como seña de identidad.
Las dos caras de la verdad 
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