Del vino y otros caldos.


Publicaba ayer un diario de tirada nacional, el hecho de que la falta de interés de los jóvenes en el vino, pone en peligro al sector. En mi experiencia, es cierto: Las vinaterías y otros establecimientos más o menos especializados, se llenan de clientes que superan la cuarentena, mientras que la cerveza y los tristes “cuba-litros” son preferidos por generaciones anteriores.

Se trata de un problema de educación, de una cuestión cultural. En el Reino Unido se bebe cerveza desde tiempos remotos, porque el clima de la isla no es idóneo para el cultivo de la vid, pero los británicos no tardaron en decantarse por los caldos del sur, y a ellos se deben perlas como el Oporto o el Jerez, mucho más valoradas que la cerveza por muy british que resulte su consumo en el “pub” de turno. Lejos quedan los tiempos en los que se consumía el vino por “medias” y decía un conocido escritor que un hombre podía tomar hasta tres de ellas; también fue típico en nuestro país el “café completo”, o sea, café, Farias y copa de brandy después de la comida. El consumo de esta última bebida ha caído en picado a lo largo de los últimos años, siendo sustituido por el whisky, mucho más “snob”, pero rápidamente adoptado por nuestros conciudadanos que encontraron un punto de distinción frente al “Fundador” o al “Ciento tres”:

-Ponme un gúisky… Escocés ¿eh?.

Con el tiempo la cosa ha ido a peor y el público actual, notablemente más formado, pide caldos destilados o elaborados en Escocia (si el país entero estuviese cultivado con cebada no alcanzaría para el JB que se consume en España) con determinada antigüedad, envejecidos de no sé que forma y filtrados a través de carbón, lo que le confiere un gusto especial que personalmente no comparto. De nuevo se olvida el hecho de que el brandy es un destilado de vinos, mientras el whisky lo es de pienso para ganado, dicho sea desde el respeto a consumidores y fabricantes de este licor.

En definitiva, nuestra manía de ser como todo el mundo por temor a ser como todo el mundo, nos lleva a adoptar costumbres extrañas en detrimento de tradiciones propias, que, a su vez, son envidia y admiración de a quienes nosotros tratamos de imitar. Paradojas de nuestra propia idiosincrasia. Desde luego, Spain is different.

2 Respuestas to “Del vino y otros caldos.”


  1. 1 AMALIA 18,septiembre,2012 a las 3:22 pm

    MMMMMHola D. Alejandro,

    En primer lugar agradecerle que se tome su tiempo en llevar esté espacio y darle la bienvenida en su vuelta a estos pagos cibernéticos, sepa ud. que se le ha echado de menos.

    No pierda la esperanza en la juventud, cierto que ahora se toman litronas y demás combinados imposibles, pero estos carrocillas de hoy, esos de taitantos que saben apreciar un buen caldo en su mocedá, se apilaban en la barra del Jardín para solicitar un cubata, por aquellos tiempos recuerdo que la moda era el Bacardí, el M.G. o el Larios, también los más golosos lo pedían de Licor43. No ha pasado tanto tiempo para que aprendiéramos a disfrutar un buen vino, a pesar de que en la mayoría de los hogares de aquél entonces el vinito que se tomaba era de las conocidas marcas SAVIN, o CASTILLO DE COYANZA (unas botellas verdes, de litro, con estrellas en relieve en la parte superior, retornables, que éramos muy aprovechaditos) , eso sí, mezclado con la inigualable Casera.

    Tiene algo de razón en el cambio de hábitos hacia las bebidas extranjeras -whisky , ron, y las hipermodernas ginebras de diseño-, que han adoptado muchos de nuestros coetáneos, por snobismo, por moda, o simplemente por que les agrada su sabor, la que suscribe , en detrimento de brebajes de colorines cuyos sabores más recordaban a jarabes, caramelos o gominolas , tan de moda hace apenas unos años -recuerde el lector las licorerías que disponían de gran variedad de chupitos, desde manzana hasta bellota, sin olvidar aquél tan sugerente Parfait Amour de Marie Brizard, de color morado, – sigue apostando por el chupito de siempre, el chupito patrio, el que tomaban nuestros mayores, el auténtico chupito de Sol y Sombra, rico donde lo haya. Lo que llama la atención es la cara de sorpresa de los profesionales de la hostelería cuando lo pides, como si fuera casi un delito pedir algo tan antiguo, alguno incluso ignora como se prepara. ¿Dónde están aquellos camareros, que a la solicitud de un Sol y Sombra, respondían raudos, – ¿Cómo lo prefiere, con más sol o más sombra? –

    En fin D. Alejandro que las modas cambian, y el tiempo de los buenos caldos españoles no ha terminado, nunca terminará con la calidad que presentan.

    Bienvenido de nuevo. Un saludo.

  2. 2 Alejandro Pumarino 18,septiembre,2012 a las 3:41 pm

    Estimada Amalia:
    Cuanto bueno verla de nuevo por este espacio pese a la prolongada ausencia de quien suscribe. Se agradece tanto o más, su visita, como su comentario, del que le quería decir:
    1) El vino de las estrellitas en la botella verde… ¿No sería Viasa?
    2) ¡¡¡¡¿¿¿¿Parfait Amour de Marie Brizard????!!!! Eso no lo llegué a conocer… vd., ha de ser necesariamente joven…
    3) Difiero del criterio con el que se tomaban los cubatas en los años setenta. De aquella no se pedía «un Rioja» en los chigres por el precio, que no por las ganas. Y había espumoso, mistela, cerveza, Diamante, Corales y no sé cuantas cosas más. Actualmente en los «cuba litros» no se sabe ni la marca del refresco, que suele proceder de Asia. Y en cuanto a la cerveza «de grifo» es la marca más corriente, sin ocuparse en cervecerías que ofrecen excelentes marcas y variedades. Suficiente bocatería para patatas fritas con ketchup y alcohol a granel sin cuidar en exceso la marca o procedencia. En nuestros tiempos, cuando alguien se pasaba con la bebida, era un accidente. Ahora, por desgracia, es la finalidad que se persigue al salir.
    Un cariñoso saludo.


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