Suiza

Dos mil euros al mes no son moco de pavo, sobre todo en un país como el nuestro, en el que el salario mínimo apenas alcanza los seiscientos euros. Resulta que ahora, en Suiza, ese país tan aséptico como el dinero que custodian sus instituciones financieras, la tierra del chocolate y los montes idílicos, donde el kilo de pechuga de pollo vale más de veinte euros, pretende dar a todos y cada uno de sus ciudadanos, dos mil euros mensuales. algo más de trescientas mil de las antiguas pesetas, solo por el hecho de ser ciudadano. Llamaremos a Oriol Junqueras, el preclaro líder de la izquierda separatista catalana, para que gestiones a esos casi cinco millones de parados, la nacionalidad suiza, con esa peculiar capacidad suya de otorgar títulos de ciudadanía, y dejar así solucionado el problema que más preocupa a la sociedad española. Mientras en suelo patrio se limita el acceso a la subvencion de cuatrocientos euros a parados de larga evolución, nuestros vecinos centroeuropeos reparten dos mil euros a los ciudadanos que lo precisen, sin otra condición que la de haber sabido nacer. Pueden estar seguros que los muertos de Lampedusa no superon elegir donde venir al mundo y terminaron a escasos cincuenta metros de profundidad en uno de los mares más hermosos del mundo y a escasos kilómetros del sueño de una vida mejor. A ellos les tocó la vida etenra y a los suizos una vida mejor, suena parecido pero es sustancialmente distinto.