Archivo de 13 de enero de 2014

Susana Díaz

Se extendió la costumbre, entre los reyezuelos de la taifa correspondiente, de emular el discurso de Nochebuena de D. Juan Carlos, y hacer propaganda política con motivo de la finalización del año. Aquí, en esta Asturias del alma, tuvimos ocasión de ver a un Sr. Fernández tan gris como su apellido, después de pasar desapercibido todo un año, algo que no sería del todo malo para un político, si D. Javier no se pareciese tanto a un administrador concursal de una comunidad en quiebra. Por el contrario, Dª Susana tiene gracejo andaluz, y eso se nota en casi todo, aunque el marchamo de su profesión empañe un discurso vacío en el que no se refirió a la corrupción ni a los EREs, herencia envenenada del Sr. Chaves que se pasó un cuarto de siglo gobernando el sur como un cortijo.

De todos modos lo mejor de la Sra. Díaz no fue su discurso, ni la medida indumentaria; no, lo mejor es el incomparable marco desde el que se dirige a la ciudadanía. La alhambra es hermosa, espectacular, más aún al oscurecer o durante la noche; la vista desde el Albaicín es inolvidable para quien tuvo la ocasión de disfrutarla. No tenemos una casta política a la altura de las circunstancias, llevamos demasiado tiempo rodeados de corruptos, incompetentes, arribistas y toda suerte de personajes de medio pelo que encontraron en el servicio público la salida laboral que se les negaba en otros pagos más competitivos del sector privado. Pero nos queda la alhambra, la Costa da Morte, Pedraza, la judería cordobesa y tantos otros lugares de ensueño que esta vieja España acoge con el peso de tantos siglos de historia a sus espaldas. Va por ellos.