Archivo de 24 de marzo de 2011

Los titiriteros a favor de la guerra

En la imagen, Juan Diego luce la pegatina del no a la guerra en los belicosos tiempos de Aznar; ahora ve bien la intervención española en Libia, por tratarse de un mal menor, y hace estas declaraciones a la salida de un acto de apoyo a Garzón, en el que leyó un comunicado, como no, Dª Pilar Bardem, no sabemos si en uno de los ínterin de sus viajes a Los Angeles para saludar a su nuera y el retoño de Javier, el del premio. Después de que Zapatero sacase precipitadamente a las tropas españolas de Irak, con el pretexto de tratarse de una guerra ilegal, la ONU dio el espaldarazo que dejó con el pie cambiado al leonés errante, que buscaba más el efecto que el hecho en sí mismo; después, para compensar, mandó la mejor de nuestras fragatas a escoltar a un portaaviones estadounidense; la misión española recibió de aquella, una nota de agradecimiento, pero me da la sensación de que el Sr. Diego no se enteró, porque no se vio publicada ni en El País ni en Público, y la alergia a otros medios de comunicación lo sume en la ignorancia.

Los mismos titiriteros que defendían el no a la guerra con vehemencia, aprueban ahora tímidamente la intervención bélica en Libia, con el pretexto de que es un mal menor. La verdad es que quien trate de diferenciar una guerra legal de otra ilegal, está haciendo un ejercicio de hipocresía absoluto, porque todos los conflictos armados son la mayor vergüenza de una humanidad que se pretende civilizada; peor aún para quien se autocalifica de culto o de progresista, pretender esta sutil distinción.

La última razón de la intervención armada en Irak o en Libia, no es otra que el petróleo, es decir, la económica. Ni el régimen de Gadafi, ni las armas de destrucción masiva de Hussein, ni la liberación de pueblo alguno; nada, solo el oro negro, el barril de crudo, los mercados internacionales. En Africa se mataron millones de personas por diferencias étnicas ante la pasividad de la ONU y del mundo de la cultura, porque el subsuelo era tan pobre como sus habitantes; ahora los artistas defienden a Zapatero que lucha, como Aznar, a favor de que la riqueza mineral siga en las mismas manos, mientras tanto, artistas, e intelectuales cambian de opinión según quién de las órdenes: Además de titiriteros, son payasos.