Noche y día

El tiempo discurre a toda prisa, se nos escapa de las manos sin apenas darnos cuenta; a los chiquillos se les hace eterno el paso de un año, siempre queriendo ser mayores, a los adultos no nos alcanzan las horas del día y los ancianos terminan viendo con benevolencia el amanecer de cada día que pasa. La noche y el día son mitades de una misma rueda, de tal modo que algunos, solemos contemplar solamente las luces blancas y anaranjadas de las farolas, mientras otros apenas conocerían la ciudad de noche. Un buen amigo, que es aficionado a la fotografía, me facilitó estas dos instantáneas, disparadas en apenas doce horas. A mi personalmente, me gusta más la instantánea de San Pedro, pero soy parcial, porque no concibo una vida sin el mar próximo. En todo caso, ese tiempo pasado, que no fue necesariamente mejor, está tan lejos como cualquier otro, por lejano que se encuentre. Disfrutar del amanecer, o de la noche, es elección de cada cual, pero la reflexión sobre lo efímero de la vida y la necesidad de no desaprovechar el tiempo que se nos regala, es absolutamente obligado.

 

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