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Podrían ofrecer recompensa, como si se tratase de antiguos cuatreros, ladrones de ganado o salteadores de caminos; lo comento sin acritud, como decía D. Felipe, pero independientemente del partido político, de la filiación ideológica de todos y cada uno de ellos, pertenecientes a tribus de variado pelaje, han tenido en común el gasto indecente de las tarjetas «B» que les facilitó la entidad de la que eran consejeros. Más allá de analizar si el sueldo que perciben estos directivos por su trabajo, la remuneración en dinero negro es un insulto a la ética, a la decencia y hasta a la caridad cristiana que algunos afirman defender. Desde retiradas de efectivo con miles de euros hasta gastos en clubs, como los del Sr. Rato, del tipo que sean, pasando por viajes, cenas en restaurantes de cuatro y cinco tenedores, de esos en los que la mayor parte de los ciudadanos españoles no entrarán en su vida, artículos de capricho y mientras la entidad precisaba rescatarse con el dinero de todos los contribuyentes y el Sr. Villa organizaba fiestas en Rodiezmo simultaneadas con la usura que le condujo a blanquear un millón y medio de euros, como la mayoría de sus compañeros camaradas en esta Asturias devastada por el paro, la inmigración y ahora la corruptela de quienes decían defender los intereses del pueblo.

Una vergüenza.