Por si las múltiples discrepancias en el seno del PSOE debido al acuerdo con el PP por la reforma constitucional no fueran suficientes, los socialistas se encuentran ahora con que el sector catalán del partido no parece muy conforme con el texto acordado finalmente. Así lo hizo saber ayer el líder del PSC en el Parlamento catalán, Joaquim Nadal, que evitó apoyar públicamente la reforma, y anunció que su partido no decidirá su posición hasta la Ejecutiva que celebrará el próximo lunes. En este sentido, Nadal argumentó que los socialistas catalanes no se pueden pronunciar taxativamente hasta saberse «el detalle total del acuerdo y los detalles de la negociación con los otros partidos».
Suele suceder, en el seno de las formaciones nacionalistas, que este acuerdo de modificación constitucional, que viene respaldado por las formaciones mayoritarias, no sea visto con buenos ojos. Creo que la razón de fondo es el límite que establece indirectamente, a la extorsión que nuestro absurdo sistema electoral, permite a las minorías regionalistas. Tanto vascos como catalanes, pueden ver mermadas sus prerrogativas por indicaciones de Europa, de una Europa con mayúsculas, alejada de un batiburrillo compuesto por pequeños reinos de taifas con diferencias idiosincrásicas sustentadas en razones históricas desconocidas para la mayoría de la población. Ahora, conocedores de que no cuentan con representatividad para evitar los cambios, la mesura en sus manifestaciones, es la norma, a diferencia de lo que escuchamos cuando la aprobación de presupuestos o determinadas leyes, depende de su criterio particular de voto. Criterio que tiene precio. Se lo puso el PNV a Zapatero que pagó relgiosamente cuatrocientos setenta millones de euros, algo que parece haberse olvidado por el discurso de pocos meses. Solo espero que la memoria no sea frágil en el momento que el ciudadano se acerque a las urnas, el próximo 20 de Noviembre.
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