Archivo de julio 2011

¿Borrar la memoria?

Estos caracoles marinos, según se asegura en la fotografía, tienen la cualidad de producir una suerte de proteína capaz de borrar los recuerdos traumáticos en animales. Una especie de recuperación del disco duro que es nuestra memoria, como aquel agente que encarnaba Arnold Schwarzenegger en la película de Paul Verhoeven, a quien siempre le gustó moverse por mundos marginales y decadentes, de un futuro escasamente descabellado. De esta guisa, podremos olvidar el día que nos presentaron a una futura suegra, el fracaso del primer amor o el despido de nuestro trabajo, además de accidentes, fallecimientos y otras desgracias propias de la vida que nos ha tocado vivir, valga la redundancia. Este es el primer post que escribo desde una nueva ubicación del ordenador y del despacho, y me siento extraño, pero tampoco me apetece perder este recuerdo, que no es agradable. Tampoco las calabazas que coseché tantas veces en mi juventud, tristemente lejana. Ni los trabajos perdidos, ni la muerte de mi padre; sin esos datos en la memoria, jamás sería yo mismo, y probablemente, no podría escribir todo esto que hago ahora. Tengo el derecho de haber sufrido, del mismo modo que me tocó disfrutar momentos maravillosos en la vida. Hace muchos años, antes de que se inventasen los ordenadores, se descubriese el código genético de nuestra especie; mucho antes de que la electricidad resultase útil, Alejandro Dumas padre puso en boca de Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo, que solo quien alcanzó el extremo del infortunio, puede aspirar a la máxima felicidad. Borrar las desgracias de nuestra memoria nos acerca peligrosamente al mundo feliz de Huxley, y eso no me gusta. Reivindico el derecho de no haberlo sido.

El dinero no compra la felicidad

Un tal Ronald Fischer, junto a Diana Boer, llevó a cabo un estudio en el que concluye que los factores más relevantes en la felicidad de un individuo son la autonomía y el individualismo, entendido éste como la libertad de decidir. Además, indican que el dinero no compra la felicidad, ni la hace, como reza el dicho. A mi me da la sensación de que el Sr. Fischer y la Sra. Boer, pese a las cuatrocientas mil entrevistas realizadas, lo que supone un arduo esfuerzo, no conocen los barrios marginales de numerosas ciudades del primer mundo ni casi todos los habitantes del tercero, que casi no es ni mundo, claro. Un planeta en el que cientos de miles de seres humanos perecen cada año por falta de agua potable, de comida o de medicinas, no puede tener un barómetro diferente al de las necesidades más básicas de la vida, para medir la felicidad del sujeto. En este pequeño Gijón del alma, hay muchos habitantes estupendamente alimentados y con acceso gratuito a una sanidad de lujo, que precisan contar las monedas para pedir una botella de sidra, que ayuda a tener satisfacciones, aún en los paraísos artificiales que un poco de dinero puede procurar. Es imposible autorrealizarse, como diría Maslow, sin un puñado de euros en la cartera, por más que se empeñen los neozelandeses, que tienen un país hermoso y rico. No sé que pensarán los ocupantes de las pateras sobre todo este tema, pero tengo la sensación de que a ellos, también les proporcionaría algo de bienestar el dinero puro y duro, el vil metal, el poderoso caballero. Difiero de la opinión de estos dos investigadores; además, me parece una solemne pérdida de tiempo. El rico, en general suele ser más feliz, aunque el hombre con tal cualidad no tuviese camisa; un buen amigo me decía siempre eso de que el dinero no hace la felicidad, sino que la compra, y sigo pensando que tiene razón. Soy un paleto.

La polémica de Aída Nízar sobre Ortega Cano logra un récord histórico

Nueva estadística demoledora para los intereses de nuestro país, que en es te caso, no viene de la mano de Moody’s o del informe PISA, sino del resultado que arrojaron los audímetros, registrando un record en la polémica creada por la entrevista entre la cuñada del diestro y la mediática entrevistadora, cuyo único mérito fue el de concursar en Gran Hermano.

Releer el párrafo precedente me produce escalofríos: Vivimos en un país en el que el record de audiencia lo obtiene una concursante de cierto “reality show” entrevistando a otra señora cuya popularidad le viene dada por ser familiar de un conocido diestro. No puede sorprender a nadie, que esta España cañí, sea la patria donde triunfa Belén Esteban o Jorge Javier Vázquez, país en el que los periodistas disputan entre sí quien vocea más alto, mientras los conocimientos generales del personal alcanzan cada vez, niveles más bajos. No hace mucho tiempo, un programa de televisión se dedicó a destapar la ignorancia de mucha gente común, no como nuestro ínclito candidato socialista a la presidencia de la comunidad madrileña, sino personajes que se entrevistaron en la calle y otros conocidos por su aparición en ciertos medios; siempre demostrando una incultura que rayaba en el ridículo. El programa era considerado de humor. Pero les aseguro que a mi no me hizo ninguna gracia.

Emma Watson

Emma Watson está muy atractiva y resulta difícil reconocer en la instantánea que ilustra la entrada de hoy, a la Hermione Granger que invadía el departamento del ferrocarril en el que Harry Potter se dirigía a Howarts en su primer año en la escuela de magia y hechicería. Recuerdo ahora que en la presentación de la última película de la serie, no estuvo su protagonista, a quien se atribuyen problemas con el alcohol. Un casting cambió la vida de estos niños, perfectos desconocidos hasta entonces, para lanzarlos al estrellato tras el éxito de la saga, y despertó en los chiquillos un deseo desconocido hasta entonces: El de ser actor. La Sra. Watson se quiere quedar en el cine y me parece muy bien; D. Daniel podrá aspirar a la misma profesión, una vez se haya recuperado de sus escarceos excesivos con las drogas legales, exponente de una realidad lejana al glamour que rodea el peculiar mundo del cine. Parece que la popularidad o el poder son también adictivos aunque, desde mi punto de vista, no envidiables por quien no los conoce o posee. Disfrutar del anonimato es un lujo para estos muchachos, cuya vida se retrata a cada instante en la prensa; también es verdad que no se pueden hacer otras muchas cosas sin los medios que proporcionan el dinero y la fama. Personalmente me quedaría con lo primero y renunciaría encantado a la segunda; estoy seguro de que una buena parte de la felicidad puede ser comprada, pero el reconocimiento popular se acompaña de una esclavitud indeseable, alejada de las satisfacciones que pueden provocar la indiferencia o la ignorancia.

Alberto de Mónaco, molesto con los «rumores» sobre su pareja

D. Alberto de Mónaco está molesto por los rumores sobre su pareja y aclara que la razón de dormir en hoteles diferentes era “evidentemente” práctica. Uno no entiende que ventajas puede suponer ocupar edificios diferentes en un viaje de novios, cuando además, es más caro, pero la “evidencia” principesca es totalmente distinta. D. Alberto está molesto con los rumores sobre su matrimonio, que acalló otros previos, sobre su orientación sexual, pero no tuvo reparos en extender habladurías acerca de la idoneidad de Madrid como sede olímpica. D. Alberto se casó vestido de militar, cuando su vida discurre lejos de la disciplina y sacrificio castrenses, pero la crítica con el uniforme puesto, es más seria, aunque provenga de un príncipe cuyo reino es minúsculo, y al que no se le conoce ejército, entre otras cosas, porque no cabría. El glamour de la costa azul tiene poco que ver con el esfuerzo diario de una capital como la nuestra, para acceder a un evento de relevancia mundial, a D. Alberto, que sigue molesto por los rumores sobre su matrimonio, eso le importa poco, porque vive en un mundo tan muelle como irreal, en donde las “evidencias” suponen no dormir con su esposa en el viaje de novios. Haber perdido la designación olímpica por las declaraciones de este caballero es más patético que paradójico.

Jiménez de Parga y Bildu

El Sr. Jiménez de Parga fue presidente del Tribunal Constitucional, ministro de Trabajo y la edad no ha restado lucidez al político, quien apoya de ilegalización de Bildu por su actitud tras las elecciones. Efectivamente, pedir la retirada de la Policía Nacional o de la Guardia Civil, impedir la entrada de los escoltas a los consistorios o retirar la enseña nacional y el retrato del Rey no dejan de constituir una serie de actuaciones ilegales que siguen en la impunidad por el escaso interés de la administración actual en poner coto a tal tipo de desmanes. Bildu ha anunciado que no votará las mociones municipales de condena del terrorismo del PP y que a cambio presentará un texto, que no someterá a votación, al resto de partidos proponiendo «trabajo en común, sin exclusiones ni vetos» para determinar la aportación de los ayuntamientos a la paz.  Para Bildu, la moción del PP «responde a esquemas superados por la mayoría de la sociedad» por lo que ofrece «analizar entre todos, sin exclusiones, qué pueden hacer los ayuntamientos para avanzar hacia la paz».

Estos esquemas superados por la mayoría de la sociedad vasca es el eufemismo para indicar que el sistema democrático vigente en el resto del territorio nacional, no tiene cabida en las provincias vascongadas, que se arrogan el derecho de saltarse la ley vigente con la connivencia de un socialismo preocupado por procurarse un golpe de efecto preelectoral que modifique la previsible trayectoria hacia la hecatombe en las siguientes generales. Lo malo, es que el precio de un interés electoralista, lo pagamos todos los españoles. Pues eso.

Leire Pajín

Algunos se han molestado por lo que interpretan un abuso por su parte, dado que los padres de doña Leire nada tienen que ver con el Ministerio de Sanidad, pero a mí, sinceramente, su posible arbitrariedad, me ha emocionado. La unión familiar me puede. De haberse llevado a un novio, o a su compañero sentimental, o a su pareja de hecho, no le faltaría a la señora ministra la aspereza de mi crítica negativa. Pero a los que se ha llevado es a los padres, y que la ministra de un Gobierno tan escasamente respetuoso con la unidad familiar lleve a cabo tan paternal imprudencia me abre las puertas de la emoción

No tengo los conocimientos legales para determinar si la compañía de sus progenitores en lazareto, violenta alguna de las normas para vacaciones en funcionarios del Ministerio de Sanidad, pero en todo caso, no está bien utilizar arbitrariamente una residencia de acceso restringido por las prerrogativas que le ofrece su puesto político. Dª Leire tiene el escaso mérito de haber vivido de la política desde su más temprana edad, edad laboral, quiero decir, y no conocérsele otro trabajo que el defender y guiar a sus votantes, tan necesitados de su mente preclara. Lo malo de este caso, es que la madre es una tránsfuga política, que llenó páginas de prensa por su moción contra el primer edil de Benidorm, y su padre, que es asesor de la subdelegación del gobierno en Alicante, ejemplo de unidad familiar en lo universal, que se hubiese dicho hace años, o en lo político, que es otro modo de vida, o de profesión.

El bikini de la Pajín no era de buen gusto, más por la percha que por el género, todo hay que decirlo, pero tampoco se espera mucho de quien firmó la imposibilidad de ejercer su profesión después de jubilarse, a médicos, abogados o arquitectos, desde su dilatada experiencia como socióloga y que fue prontamente retirada; lo mismo que su discurso sobre los cónyugues, escrupulosamente leído en público ante el silencio cómplice de sus oyentes, que también participaron de las miembras de Aído. En fin, tener como ministra de sanidad a esta señora nos ha parecido desde siempre un despropósito crepuscular del zapaterismo y todo lo que se puede desear a estas alturas, es que no resulta excesivamente nocivo. Con o sin vacaciones.

Ortega Cano

No es firme, pero parece ser que el vehículo conducido por el diestro Ortega Cano, circulaba a una velocidad excesiva; igualmente la determinación de alcohol en sangre en el momento del accidente, era de 1.26 gramos por litro, muy por encima del 0.50 permitido.

Carlos Parra no pintaba nada en esta guerra, ni conducía un vehículo alemán, de conocida marca, que resultó prácticamente destrozado con el impacto; a Carlos Parra, sin comerlo bi beberlo, le arrebataron lo más importante que todos tenemos: La vida, sin más ni más, circulando legalmente en aquel fatídico momento. Después, los medios se volcaron con las lesiones del diestro, porque vende más una tirita del torero que un funeral común, y así están las cosas. Se pagan hasta quince o veinte millones de las antiguas pesetas por un fallecido en accidente de tráfico, cantidad que no alcanzaría para sostener el régimen de vida que tienen los hijos adoptivos del Sr. Cano durante un par de años, pero el caso es que quien terminó enterrado no tiene una familia con las necesidades de esos muchachos igualmente mediáticos. El país está lleno de Carlos Parra, y escasean más los toreros casados con tonadilleras emblemáticas, como Jurado, aunque mucha gente diletante se haya apuntado a la moda del famoseo, fácil de ejercer y extraordinariamente bien pagada. Resulta incluso festiva, mientras quede en algo irrelevante, pero la muerte de un ciudadano inocente de este país, no tiene perdón ni vuelta atrás. Lo lamento por el diestro, pero deseando su pronta recuperación, no puedo más que esperar ver como se le aplica rigurosa y estrictamente la ley, precisamente porque ha de servir de ejemplo a los demás, en prevención de otras imprudencias similares. La popularidad tiene precio, y este es uno de los que se debe pagar:Nunca se puede servir de mal ejemplo, sino todo lo contrario. De la familia rota por el fallecimiento, no se habla, pero la retirada del material de osteosíntesis del Sr. Ortega, puede ser portada de Lecturas; y eso, es una aberración.

SGAE

Alejandro Sanz declaraba que ellos eran los verdaderos perjudicados con la corrupción de la SGAE, e imagino que no se referiría a él mismo, poseedor de inmuebles en Miami y otros enclaves del planeta, además de ser un artista extraordinariamente bien pagado; Víctor Manuel califica de gilipollas a quien piense que han desaparecido cuatrocientos millones de euros, lo que ilustra muy bien la viñeta de Montoro. La fotografía en la que Teddy Bautista posa sonriente con Víctor Manuel y Zapatero es ahora histórica, conocida la proximidad ideológica de la SGAE al partido en el poder. Sinde, de quien se pidió la dimisión a raíz de este escándalo, haría bien en procurarse un artístico mutis por foro izquierda, teniendo en cuenta su sectarismo proverbial en el cine y su proximidad a los imputados: La mujer del César tiene que parecer buena, además de serlo y la ministra, cuestionada otras veces, no puede seguir más tiempo en su puesto. La voracidad recaudatoria de esta entidad, cuyos fondos se destinaban teóricamente a artistas poco favorecidos o jubilados, pierde toda su razón de ser cuando se demuestra que los ingresos obtenidos, entre otros, de peluquerías que ponían la radio para amenizar a sus clientes, fueron destinados en enriquecer el patrimonio de unos cuantos corruptos. Después, llama la atención que no se difundiesen imágenes del Sr. Bautista esposado a la salida de su casa, o de un restaurante, como cabecera de los telediarios. Esas imágenes están reservadas para políticos populares exclusivamente, cuando el riesgo de fuga de unos y otros es igualmente escaso. La diferencia política no. Siempre somos unos más iguales que otros.

Día del orgullo gay

El día del orgullo gay es un agravio comparativo para otras orientaciones sexuales, discriminadas por no disponer de una jornada festiva en la que celebrar su orientación, más o menos peculiar. Desde este espacio, hemos defendido la creación de un día del orgullo putero, o promiscuo, que tanto da; un desfile de putas y clientes, dispuestos a demostrar a los cuatro vientos su condición, y en el que, a buen seguro, no abundarían tanto las drogas de diseño y las intoxicaciones etílicas. El sexo está reñido con casi todas las sustancias psicoactivas de tal modo que cualquier potencial buen coito se ve empañado por la negativa influencia de alcohol o cocaína, por poner los dos ejemplos más comunes. Por otro lado, una cosa es ser homosexual o promiscuo, y otra bien diferente, hacer el payaso. La creación de guetos como Chueca, la exclusividad de revistas como Zero y la peculiaridad de disponer un día para celebrar el orgullo de una condición sexual son medidas que no contribuyen a la integración de un colectivo que sí fue ciertamente perseguido y denostado en tiempos pretéritos. Entender como normalidad la orientación homosexual debería ser la norma, sin necesidad de otras reivindicaciones rayanas en lo chabacano, cuajadas de imágenes carnavalescas y con diez atendidos por hora con relación a heridas de arma blanca e intoxicación por sustancias psicoactivas. No creo que ningún gay se pueda sentir orgulloso de esta representación, estando constituido el colectivo por una mayoría de personas absolutamente alejadas de los extremos lucidos en las carrozas multicolores.


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