Carmen Moriyón es alcaldesa de Gijón por obra y gracia de las urnas, algo que supone un quebradero de cabeza para muchos de nuestros representantes públicos, que disputan toda una vida alcanzar semejante puesto. Pero la Dra. Moriyón lo alcanzó como si tal cosa, con escaso bagaje político, y nos demostró a todos que lo verdaderamente difícil, es ser, como ella, un buen cirujano. No voté a nuestra edil, pero admiro el modo en el que aprendió, la forma en la que ya se desenvuelve en política municipal, y llego nuevamente a la conclusión de que es mucho más complicada la medicina que el gobierno. Con Carmen, a quien no confié mi papeleta, ganamos una buena alcaldesa, pero pagando el precio de perder una gran cirujano de mama, terreno en el que fue siempre una autoridad por su experiencia y buen hacer. Al final, quienes tienen valía en sus profesiones, hacen de la política una etapa en su vida, mientras que los que se dedican profesionalmente a ella viven bajo la amenaza del oscurantismo que reina en el seno de los diferentes partidos y del reflejo de las urnas, que más de una vez, hace pagar a justos por pecadores. Tengo una seria duda: No sé si prefiero a Dª Carmen Moriyón con el bastón de mando de nuestra villa o con el bustirí, pero tengo la seguridad de que hará bien cualquiera de las dos cosas.
Las dos caras de la verdad 
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