La imagen recoge unas vías de tren en las proximidades de Nueva Delhi, por las que caminanunas cuantas personas. Los trenes en la India tienen el mzrchamo de la tragedia, de la masacre entre amasijos de hierro por un convoy demasiado viejo y demasiado cargado, con viajeros que se cuelgan de las ventanillas vestidos con camisas multicolores. Los omnibuses por estos pagos patrios, eran de color verde ceniza y en Asturias se confundían con el «orbayu», mientras pasaban casi desapercibidos, como si estuviesen vacíos. Mucha gente murió por caminar a través de las vías, pero eran otros años, en los que la vida era como en blanco y negro. Ahora la alta velocidad tiene modo de vuelo transoceánico, con azafatas verstidas de azul y cistales tintados que nos alejan cada vez un poco más del sabor aquel que decía la canción de sabina cuando las noches perdidas lo tenían a pañuelo de estación. De las que ya no quedan.
Las dos caras de la verdad 
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