Hemos aprendido esta semana que las bombas actuales son inteligentes -que bien quedaría el término inglés, smart-bomb- disponiendo de una precisión tal alta que distinguen entre buenos y malos, entre enemigos malvados y la población civil yemení. Así nos lo terminó de aclarar el Sr. Borrell después de que medio gobierno se echase a temblar cuando puso en peligro un contrato millonario para la construcción de unas corbetas destinadas a los países árabes.
Existen antecedentes, publicados en este espacio, sobre la contradicción del socialismo en el poder; mientras el leonés errante enarbolaba la bandera de la defensa palestina, sus ministros vendían armas a los israelitas, que pese a su maldad intríseca, pagaban mejor que los musulmanes contra quienes se utilizarían tales dispositivos. No queda muy progresista fabricar bombas u otro armamento para proclamarse después pacifista irredento, se conoce que «la pela es la pela» y como irónicamente afirmó el Sr. Aznar en una célebre y reciente comparecencia, las corbetas son «embarcaciones de recreo especialmente dotadas para la defensa» y quien no lo vea de tal modo, falta a la perspectiva del socialismo moderno, universal y -como no- sanchista.
Las dos caras de la verdad 
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