Joana Ortega: La vicepresidenta y la libertad de expresión


La consejera de Gobernación catalana y diputada llamó la atención de los medios allá por 2011, pero no por su excelente aspecto físico y su cabello rubio, sino por un currículum falso. La página de la Generalidad afirmaba categóricamente que era licenciada en psicología, y de momento ese diploma no cuelga en la pared de su despacho. A Ortega le faltan dos asignaturas todavía para terminar la carrera.

La primera mujer en ocupar el puesto de vicepresidenta catalana tuvo que disculparse en su blog, señalando un «error de transcripción», aunque en ese, su propio espacio personal, también figuraba el error, y con el agravante de la primera persona. «Mi trayectoria empresarial y política de más de veinte años ha estado totalmente alejada de la Psicología, y no es mi talante atribuirme méritos que no me corresponden», dijo, dando por hecho que su apretada agenda quizá no le permita acudir a las clases para terminar la licenciatura. La Generalidad modificó la página web donde figuraba el arrebato de titulitis con el que se desmarcan los políticos españoles de cuando en cuando.

Según Joana Ortega, «la libertad de expresión tiene un límite, que es el respeto«. Ha denunciado la «banalización» que, a su juicio, se está haciendo «no sólo desde los tertulianos sino desde la línea editorial» de los medios señalados. Para Ortega, «vulneran todos los derechos».

El documento elaborado por los funcionarios del Consejo Audiovisual de Cataluña con el voto discrepante de Daniel Sirera, el vocal del PP, acusa, entre otras cosas, a Federico Jiménez Losantos de fomentar el odio a los catalanes. No es el único. También se señala a presentadores y tertulianos, como Gabriel Albiac y Hermann Tertsch.

Pues resulta curiosa la conclusión posible de estos datos objetivos: Una mentirosa (engañó en su curriculum) acusa a un periodista de fomentar el odio contra los catalanes mientras alienta a sus conciudadanos a defender consignas de que Cataluña no es España, eso sí, en inglés (Catalonia is not Spain). Una vez más, la doble vara de medir: Los independentistas tienen todo el derecho sembrar el odio y la discordia contra los españoles, pero al revés constituye un atentado contra la libertad de expresión, a la que se establece un límite por parte de ellos mismos: El respeto. Sigo sin salir de mi asombro. ¿El respeto a quién o a qué?. ¿Quien decide donde está el límite de ese respeto?. Cometen un nuevo error: La frontera está exclusivamente entre lo legal e ilegal. si verdaderamente piensan que los escritos del Sr. Losantos atentan contra la libertad de expresión, tienen un camino nien sencillo: Denuncien vds., y esperen a escuchar el veredicto de un juez. Más fácil, imposible.

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