Otra vez Pepiño Blanco

Pepiño Blanco, Don José, como prefiere ser llamado, pasó de concejal de pueblo a número dos del gobierno y del PSOE en España, gracias a sus estudios en Derecho y su relación con Zapatero, que usaba la misma democracia que Aznar, pero sin libreta azul, lo que le ocasionó no pocos problemas con su frágil memoria. A D. José, o a Pepiño, como no le gusta que le llamen, se le aparta de la nueva campaña electoral que defenderá la candidatura del Sr. Rubalcaba, a él, que consiguió las victorias zapateriles cuando nadie daba un duro por el entonces candidato, y ahora, trata de buscar acomodo en un puesto discreto, tan alejado de la primera línea política, como de la concejalía que abandonó para dedicarse a labores más importantes. La viñeta de Montoro no puede expresar mejor la realidad: Dª Bibiana Aído, ministra de cuota, autora de celebérrimas frases, acuñadora de neologismos, como las miembras, con la dilatada experiencia política de haber sido directora del flamenco en la mismísima Andalucía, se ha colado en la ONU de la mano de Bachelet y previa subvención de nuestro país con noventa y cinco millones de euros a alguna causa noble de la mujer a nivel internacional. Caro me parece el puesto de la exministra, hasta el punto de que, dada la situación del país, hubiese resultado más rentable a los contribuyentes, pagarle la mitad a la interesada y dejarla que se sumiese en el más profundo olvido con el discurso de los años. Teniendo en cuenta el modo en el que se apura por parte del leonés errante la legislatura, parece que se precisa el tiempo para colocar debidamente al resto de fieles esbirros que pasarían a engrosar las abultadas listas del paro en un presumible cambio de administración. Blanco ya se prepara para ello, lejos de su Galicia natal, de los focos y de los taquígrafos; los senderos de la política, además de tortuosos, son, indudablemente. muy oscuros.