D. José Ricardo Martínez ha movilizado a los enseñantes en Madrid, promoviendo una huelga entre el profesorado, bajo el lema “una enseñanza pública, de todos y para todos”. Realmente la intención parece loable, y la defensa de los intereses que afectan a las futuras generaciones, merece todo mi respeto; además, el rictus del sindicalista, al menos en la imagen, le da un aspecto de hombre responsable que vela por el bien de la comunidad e inspira una profunda confianza.
Sin embargo, este señor, educa a sus hijos en el colegio “Arturo Soria”, centro privado de la capital del reino, altamente elitista, primer colegio en obtener el certificado de calidad AENOR en 1.998 y en el que existe, además del inglés como segunda lengua, la posibilidad de estudiar alemán o francés. Mientras los retoños de este señor pululan entre las aulas de tan singular centro educativo, el padre se encadena en Madrid contra la política educativa de Dª Esperanza, algo que no debe interesar mucho al bueno de D. José Ricardo, al menos en lo personal, porque él, ya se ha decantado por el modelo que prefiere para sus hijos, y que no tiene nada que ver con el otro, que preconiza para el resto de mortales. El Sr.Martínez tiene la suerte de ser sindicalista, de no poder resultar despedido por esta condición y de haber alcanzado un puesto preeminente en la organización que lidera el Sr. Méndez; todo ello le permite educar a su prole en un colegio reservado a privilegiados, entre los que se encuentra, mientras vocea consignas de partido o de organización sindical que tanto da.
Esto es otro ejemplo de hipocresía política. Mañana más.
Las dos caras de la verdad 
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