Archivo de 17 de febrero de 2013

Pemios Goya

Existen problemas en la Academia de Cine para encontrar firmas que apoyen económicamente la entrega de los Goya a cambio de publicidad. No me extraña. El cine español suele ser un auténtico tostón, que hasta fechas recientes solo sabía tratar una y otra vez, el tema de la Guerra Civil, siempre desde el prisma políticamente correcto, de considerar buenos a los republicanos y asesinos fascistas a los nacionales. Después, se convirtió en un acto político cuando el mundo de la cultura se manifestó durante este evento con el famoso «no a la guerra», que se quiere reeditar este año con una protesta contra la precaria situación que viven, desgraciadamente, muchos ciudadanos de este país, como consecuencia de la subidad del IVA, la reducción de salarios, y los recortes en general.

Sorprende que los artistas hayan tomado conciencia ahora de cual es la situación real de la sociedad, porque las necesidades hace ya bastante tiempo que se han agudizado hasta límites insospechados, y la subida del IVA, la primera, quiero decir, fue obra de un gobierno socialista. Sucede, por lo tanto, que las medidas impopulares tomadas por un gobierno progresista, resultan siempre menos criticables que las mismas decisiones, cuando quien las adopta es una administración de signo político diferente, en otro ejercicio curiosísimo de hipocresía política. Y digo curiosísimo, porque el cine español está subvencionado, y aún así no es rentable, y eso solo puede significar que hacemos malas películas. No es privilegio del mundo de la cultura la capacidad de ver cine siberiano subtitulado, que puede ser admirable, pero que no deja de ser un coñazo; el cine estadounidense, con títulos buenos y malos, es una empresa que resulta rentable a los productores y que entretiene a quienes acuden a las salas de cine con la sana intención de admirar un espectáculo. Quienes se apropian indebidamente de términos como cultura, intelectual o progreso, no hacen si no ejercer una peculiar forma de demagogia, al establecer el marco de lo que se ha de considerar «buen cine». Bruce Willis hará la sexta entrega de «La jungla de cristal» y podrá calificarse técnicamente del modo que a cada cual le parezca, pero el público acude a verla y paga por entrar en la sala donde se proyecta, a diferencia de lo que sucede con sesudos directores españoles, que invitan a la reflexión a través de sus cintas, cuando lo que mucha gente quiere es mero entretenimiento.

Los actores mejor se dedican a hablar de cine, premiar a los buenos y recapacitar sobre los gustos del público a quienes se deben mucho antes que al intelecto de quienes se considerarn adalides de la cultura y el conocimiento.


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