El señor Mas se supera a sí mismo en los juegos malabares de la política y el lenguaje. ahora nos ha sorprendido con que, del mismo modo que cada individuo debe alcanzar su grado máximo de libertad, «todos los países tienen derecho a decidir su máxima autonomía, su máximo autogobierno y su futuro colectivo», sin aclaranos el significado que tiene para él, la palabra «país». La perversa interpretación de las palabras con que D. Arturo regaló nuestros oídos, darían lugar a interpretar que ese mismo derecho, pueden tenerlos las comunidades de vecinos, los barrios, los municipios y por supeusto, las provincias o las autonomías. Fue un modo elegante de preciar el anarquismo, que por desgracia para el Sr. Mas, ya existe desde hace bastantes años. La huída hacia adelante de un político en declive, solo parece motivarse en pasar a un segundo plano la corrupción de su partido desde hace décadas y que tiene poco que ver con las ansias independentistas, lideradas por unos políticos que defienden a ultranza el catalán, pero educan a sus hijos en colegios en los que la primera lengua es el inglés. Más hipocresía política.
Las dos caras de la verdad 
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