El Sr. Corominas, yerno de los Tous, se enfrenta a una pena de once años de prisión que solicita el fiscal, por haber disparado contra quienes pretendían robar en su casa, tras haber invadido una propiedad privada.
Siendo, como soy, un firme defensor de la no violencia y pacifista acérrimo, no puedo más que condenar la acción de este hombre, arrebatando la vida a otro ser humano; diferente ha de ser la condena, la pena que le imponga la sociedad por el delito perpetrado. En Estados Unidos la invasión de la propiedad privada se castiga duramente, y una acción violenta llevada a cabo para defender la propia vivienda, es vista con benevolencia por los tribunales americanos. Tender a comparar a las víctimas con los verdugos, es un sinsentido, sobre todo como en este caso, en el que una banda profesional, especializada en atracar viviendas unifamiliares con sus ocupantes en el interior, golpearlos y arrebatarles lo que es propio, cuenta con un muerto entre sus componentes. Once años de prisión no se hubieran pedido para el ladrón, el extorsionador, el asaltante, el golpeador de sus víctimas, pero sí para quien actuó en defensa de los perjudicados. Matar es un delito, voluntaria o involuntariamente; defenderse de los asaltos debería de ser un derecho, y de la conjugación de ambos, no cabe derivar once años de privación de libertad.
Las dos caras de la verdad 
Comentarios recientes