Archivo de 28 de junio de 2011

Núñez Feijóo

D. Alberto es gallego, como el Sr. Rajoy, pero es más claro en sus planteamientos, y siempre se adivina si sube o baja la escalera, que ya es bastante. A Núñez Feijóo le queda pequeña su Galicia natal, donde gobierna con ponderación y mesura para todos los ciudadanos, alejado del sectarismo y suntuosidad que caracterizaron a su predecesor, Touriño. Ahora pretende una comisión de expertos sobre sanidad y nada menos que a Felipe González para liderarla, afirmando que sabe más el expresidente del gobierno que “el candidato”, sin nombrar nunca a Rubalcaba y, por supuesto que la ministra, de quien lo que ignoramos todos, es precisamente, lo que sabe.

No es infrecuente escuchar en la calle la equivocada idea de que debemos a D. Felipe el sistema sanitario actual que disfruta nuestro país; la verdad es que la historia y las hemerotecas están ahí, y quien inició un sistema de salud pública, fue precisamente, el dictador. Primero Suárez y después González, terminaron de dotar a la sanidad española, convirtiéndola en modelo a seguir por nuestros vecinos, tanto por su calidad, como pos la gratuidad y carácter universal. Ello se acompañó, indudablemente, de un elevado precio que se ve proporcionalmente incrementado por la incorporación de avances tecnológicos, tanto farmacéuticos como en pruebas diagnósticas o de imagen, creando un agujero económico preocupante y cuya solución, puede radicar en ese uno por ciento del producto interior bruto que propone el gallego. Mientras tanto, la ministra del ramo, se entretiene con la ley de igualdad de trato o con las prohibiciones a la bollería industrial, temas muy propios de la idea progresista, consistente en aumentar la libertad incrementado las prohibiciones, algo que no deja de resultarme curioso. Núñez Feijóo, desde la ponderación por las ideas y el consenso por su referencia a Felipe González, toma el toro por los cuernos y busca soluciones a un problema antes de verlo convertido en drama, lo que sucederá el los próximos meses si no refinanciamos la enorme deuda del sistema sanitario. El gallego es un buen político, que como los árbitros más hábiles, pasa desapercibido, y su progresión inevitable puede llegar a acercarlo a Madrid. No sería malo, salvo para intereses particulares de otras personas, en el seno de su propia formación; de todas formas, cuenta con un punto a su favor: La edad. De seguir como hasta ahora, tenemos político para mucho más tiempo y mucho más espacio. Ojalá sea así.


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