Archivo de 14 de junio de 2011

Bildu

Quien aspira a ser alcalde de una ciudad, tiene la obligación de conocer la historia y la realidad de esa ciudad. El aspirante de «Bildu» a la alcaldía de San Sebastián ha manifestado que «rechazaría que los Reyes de España visiten esa ciudad porque son seres que no la representan políticamente». Además de la innecesaria grosería, el aspirante, un tal Izaguirre, demuestra una brutal ignorancia de todo. San Sebastián es una ciudad española, y por ello los Reyes pueden visitarla cuando se les antoje sin necesidad de pedir permiso a Izaguirre para hacerlo. La vinculación de la Corona con San Sebastián es mayúscula. Su esplendor se debe precisamente a la instalación de la familia Real en San Sebastián a principios del siglo XX. Haga un esfuerzo el ignorante y recorra su ciudad. El barrio de Ondarreta. Ahí estaba, en la falda de Igueldo, el Real Club de Tenis de San Sebastián. La penúltima rotonda de los jardines de Ondarreta está presidida por un monumento a la Reina María Cristina, madre de Alfonso XIII, siempre enamorada de San Sebastián. Por ella se construyó el Palacio Real de Miramar en la unión de las dos grandes playas. En Ondarreta cinco calles recuerdan a los hijos de Alfonso XIII. Avenida del Infante Don Juan, de la Infanta Cristina, del Infante Don Jaime, de la Infanta Beatriz y del Príncipe Don Alfonso. El gran hotel emblemático de San Sebastián se llama «María Cristina» en recuerdo de la Regente. El teatro donostiarra por excelencia lleva el nombre de «Victoria Eugenia», en memoria de la Reina Victoria, mujer de Alfonso XIII, madre de Don Juan y abuela del Rey. Por la tenacidad de la Reina Cristina, el Orfeón Donostiarra puede cantar todos los veranos, el 14 y 15 de agosto, la «Salve» de Réfice, encargo personal de la Reina. Junto al muelle de pescadores, mirando a la bahía, se alza el Real Club Náutico de San Sebastián, patrocinado por Alfonso XIII. Cuando el Rey y su malogrado hermano Don Alfonso pudieron volver del exilio, el Palacio de Miramar se convirtió en su internado de estudios. En San Sebastián se fundó con el apoyo de los Reyes la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, el referente cultural más prestigioso de la capital guipuzcoana. Y el club que mueve más entusiasmo, no sólo en San Sebastián sino en toda la provincia, es la Real Sociedad de San Sebastián, a la que el Rey concedió el título de Real a petición unánime de sus socios fundadores. A pocos kilómetros, en Lasarte, el apoyo Real levantó el Hipódromo, administrado por la Real Sociedad de Fomento de la Cría Caballar. Sólo Santander puede competir con San Sebastián en vinculaciones con la Familia Real. Las grandes villas y palacios donostiarras no las alzaron los industriales vascos, sino la nobleza madrileña que se afincó en San Sebastián, capital política y cultural de España durante los meses del verano.

Acierta el Sr. Ussía cuando afirma que San Sebastián es una ciudad española y que fue la predilecta de la familia real en otros tiempos, dejando una imborrable huella en su fisonomía. Bildu no pretende defender la idiosincrasia vasca como tal, sino establecer un abismo con quienes no gozan de tal condición, con los maquetos, despectivo epíteto dedicado a los españoles. Como con los catalanes independentistas, su deseo es más no pertenecer a España que diferenciarse por sus peculiaridades, entre las que sistemáticamente se encuentra ser “mejor” en vez de “distinto”. Decía Machado algo del luchador superfluo, tan alejado de la nobleza en breve tiempo y es lo que sucede con ese discurso nacionalista radical que tienen en la punta de lengua unos pocos, capaces de contagiar a su entrono, bien a través de los medios, como sucede en Cataluña, bien a través de la intimidación, como ocurre en las provincias vascongadas. España puede configurarse como una monarquía o una república; puede ser un estado federal, confederado o de autonomías, pero un andaluz siempre valdrá lo mismo que un vasco, un catalán o un leonés. Querer marcar las diferencias por ser mejores es egoísta e insolidario, cuando es, precisamente, la cooperación la base del progreso común; además denota un complejo de inferioridad. Les sucede a muchos catalanes: Barcelona fue un condado del reino de Aragón, debe ser por eso por lo que los maños se preocupan tan poco de una cuestión identitaria o de reivindicar una historia que tienen, frente a aquellos que no la poseen, y que lleva a muchos independentistas por el camino de la amargura.


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