Alberto Montt y Matrix


Hacía más de un año que no se reproducía en este espacio ninguna viñeta de Alberto Montt; la muestra sigue conservando la acidez de otras publicadas anteriormente. Matrix fue una estupenda película, acertadamente desgraciada por unas secuelas inferiores, en las que la frescura e imaginación, brillaron por su ausencia. Que la vida era sueño lo dijo ya Calderón de la Barca, fuese cibernético o no, que da lo mismo; Alberto nos justifica la necesidad de la pastilla azul, no para volver a una falsa realidad, sino para curarnos de ella, que es lo malo. No es necesario que nadie nos de la bienvenida al infierno de lo real, porque lo sufrimos cada mañana cuando abrimos los ojos, después de un sueño que no es reparador para la mayoría. Pero, pee a todas las miserias que necesariamente nos acompañan, la vida es la única oportunidad de habernos acercado un poco al universo que nos rodea, de conocer el mundo, aunque sea de modo insultantemente corto y temporal. La nada de la que venimos, y a la que tal vez vamos, no es más que un infinito vacío que nunca puede compensar la ocasión de haber vivido, del modo que sea y haber asomado la nariz al extremo de los pelos del conejo, que hubiese dicho Gardner. Así visto, no necesitamos la píldora azul porque la vida, en sí misma, es lo suficientemente gratificante.

5 Respuestas to “Alberto Montt y Matrix”


  1. 1 AMALIA 29,julio,2011 a las 12:20 am

    Después de cierto tiempo sin saludar en este espacio de tan variado contenido, me ha llamado especialmente la atención este artículo. En mi opinión, la píldora roja es absolutamente innecesaria,

    Las nimias , o no, contrariedades de cada día, los conflictos laborales, las alarmantes injusticias sociales, los conflictos internos, el desarraigo, el desamor, las pérdidas irreparables, nos dan una bofetada , que nos hace salir de nuestra egoísta , y , en ocasiones, necesaria burbuja personal, para presentarnos la realidad que nos rodea, sin necesidad de píldora roja alguna , realidad de la que quizá una píldora azul, nos aleje durante unas horas, sumergiéndonos eventualmente en un pequeño edén.

    De otra parte, podríamos sustituir esa píldora azul, poniéndonos , al igual que una prenda de vestir, una sonrisa en nuestra cara cada mañana, ofreciendo un saludo cálido , en lugar de un gesto huraño a aquellos con quien nos encontramos. De buen seguro, alguna sonrisa nos será devuelta, y si así no fuera, siempre quedará la pequeña satisfacción de haber intentado hacer que un día gris gane un poco de luminosidad.

    En ocasiones, es difícil asumir lo que nos toca, y recurrimos a píldoras azules, blancas, amarillas… , cualesquiera que nos hagan olvidar un instante nuestros propios fantasmas, pero existe el riesgo de traspasar el límite, como desgraciadamente le ha ocurrido a Amy.

    Alguien me pregunto el día de su partida, ¿cómo una mujer con esa voz, podía haber llegado a ese punto?. No supe responder, pero después de meditarlo, he encontrado la respuesta: Es muy adictivo estar imbullido en tu propia fantasía, en una «realidad falsa», creada a tu gusto, hecha a medida, y traspasar el límite sin apenas darse cuenta.

    Allá donde estés, Amy canta para que la melodía de tu voz guié el camino de las almas que se encuentren perdidas.

    Un saludo.

  2. 2 Toño Alonso - Gijón 29,julio,2011 a las 12:32 am

    Me ha gustado mucho tu intervención, Amalia. Una rosa para Amy.

  3. 3 Victoria 2,agosto,2011 a las 4:55 pm

    Efectivamente, Toño…es una preciosa intervención la de Amalia. Es Amalia una extraordinaria mujer. Afable, serena, sensata. Es una pena que se prodigue tan poquito ya que tiene mucho que aportarnos.

    Me gustaría saber qué hace ella para que su sonrisa permanezca. Yo es que soy un desastre. Cada día me la coloco(la sonrisa) al despertar. Es éste ya un motivo importante para ponérsela. Y como hace tiempo que no escucho la radio en la mañana para poder llegar al trabajo limpia de estrés innecesario, pues me aguanta un tiempo en los labios. A veces , antes de llegar al centro, me entero de alguno de los desastres con que la realidad nos regala cada día y no puedo evitar que se me caiga al suelo (la sonrisa). Con voluntad y esmero supero el trance y vuelvo a colocármela. Pero como lo hago a ciegas y con el peso de la desagradable novedad inicial cotidiana pues ya no me queda bien ajustada (la sonrisa). Y esto hace que aparezca una sonrisa un pelín torcida trastocando la expresión espléndida que lucía mi rostro. Y es que yo no sé cómo mantener la alegría si no le doy la espalda a todo lo que enumera Amalia…A saber: “… los conflictos laborales, las alarmantes injusticias sociales, los conflictos internos, el desarraigo, el desamor, las pérdidas irreparables,..” Pero es que además ¡no es posible hacerlo! “Estás rodeada forastera. Tira el arma”… Y como,¡ “mi arma”!, mi única arma es la sonrisa que porto,¡ pues otra vez al suelo (la sonrisa)!. Una vez aclarado el equívoco y enterada la autoridad competente de que estaré atenta a todas las noticias que me salgan al camino durante el día, me permito el lujo de recogerla del suelo y volver a colocarla en los labios. Está un pelín machacada de los achaques producidos por las caídas y algún que otro pisotón. Así que ya podéis imaginar cómo alterará mi expresión por mucha voluntad que una ponga en sonreír…Voy superando el día sorteando, a lo José Tomás, los mihuras que nos sueltan al ruedo. Y entre caída de sonrisa y vuelta a colocar llego a casa a la noche. Me miro en el espejo y llevo la sonrisa bajo la nariz, a modo de bigote. Por eso me miraban de forma extraña los vecinos a los que afablemente les ofrecía mis mejores saludos.
    Tengo que reconocer que yo soy de las que se monta a veces un mundo de fantasía…una “falsa realidad” que diría Amalia. Cuando aterrizo, la eterna sonrisa que luzco en la nube se despega de los labios desplazándose a una distancia irrecuperable. El batacazo no es para menos. Pero la imaginación me hace más efecto que el paracetamol para despejar migrañas y otros fantasmas que pueblan mi cabeza. Así que me permito el lujo de echar mano de ella de cuando en cuando. Funciona. Aunque sea a ratos…

    Besos para Amalia, Toño y Pumarino.

  4. 4 AMALIA 4,agosto,2011 a las 11:53 pm

    Cuesta Dª Victoria, cuesta mucho, cada día un poco más, en esto la experiencia no ayuda, de su lectura deduzco que ambas lo sabemos; es solo una opción más, de las que a diario se nos presentan, y en las que no conseguimos acertar siempre.

    Un pequeño truco, es observar a las criaturas a nuestro alrededor, hablando con sus papas , sus abuelos , con otros peques, con su media lengua y su lógica aplastante, carente de todo atavismo; cuando esto ocurre, no puedo evitar que me invada cierta calidez en el alma, que se traduce en una sonrisa un poco simplona. Al menos así me sucede.

    En ocasiones, cuando parece que todo se derrumba alrededor, también hago uso la pastilla azul, de ahí que pueda llegar a entender accidentes como el mencionado.

    Gracias por vuestros halagos, han sido mi pastilla azul de hoy.

    Un saludo a todos

  5. 5 Victoria 5,agosto,2011 a las 10:20 am

    Doña Amalia, no es simplona su sonrisa…como tampoco lo es la causa que la provoca. Tal vez esas criaturas con su lógica aplastante y su candidez sean el antídoto que necesitemos para ganarle la batalla a las inclemencias cotidianas.
    Gracias por sus palabras. Tengo píldoras azules para una temporada.
    Permítame enviarle un cariñoso saludo.


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