Es curiosa la forma que tiene el independentismo catalán en demostrar su talante europeo, progresista y democrático. Efectivamente, como todas las ideas, hay quien piensa de modo diferente y que defiende la unidad de una Caluña integrada en el seno de esta España plural en la que vivimos; las formaciones proclives a esta tesis, fletan un autobús para recorrer la región publicitando sus principios. No llegaron muy lejos. El talante paccífico de los secesionistas convirtió al vehículo en inservible, a fin de que no pudiesen exponer sus ideas en libertad. Curiosa forma de comprender las opciones ante una situación determinada. Como sucede en las provincias vascongadas, quien no piensa del modo políticamente correcto, se le presiona, insulta, o se le pga un tiro, como sucedió en tiempos pretéritos. En Cataluña se destroza un autobús por el simple pecado de no sentirse separatista y proclamarlo en libertad. Los extremos siempre se tocan, como se comentó tantas veces en este mismo espacio, y los nacionalismos aldeanistas y excluyentes, como el catalán o el vasco, están tan cerca del nazismo que pueden llegar a confundirse.
Las dos caras de la verdad 
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